El expresidente de Estados Unidos, Joe Biden, fue diagnosticado con una forma agresiva de cáncer de próstata que ya presenta metástasis ósea, según informó su oficina oficial este domingo.
De acuerdo con el comunicado oficial, “la semana pasada, el presidente Biden fue sometido a exámenes tras presentar un aumento en síntomas urinarios, detectándose un nódulo prostático. El diagnóstico confirmó cáncer de próstata con una puntuación Gleason de 9 (Grupo de Grado 5), acompañado de metástasis en huesos”.
Aunque se trata de una variante más agresiva de la enfermedad, la nota añade que el cáncer “parece ser sensible a las hormonas, lo que permite un manejo clínico efectivo”. Biden, de 82 años, junto con su equipo médico, evalúa actualmente las opciones de tratamiento disponibles.
La detección del cáncer se produjo días después de que la oficina presidencial revelara el hallazgo de un pequeño nódulo en la próstata, lo que motivó la realización de pruebas adicionales.
Especialistas externos consultados por CNN explican que el cáncer de próstata es uno de los tipos más comunes entre hombres, especialmente en edades avanzadas. La puntuación Gleason de 9 indica una forma particularmente agresiva del cáncer, lo que subraya la importancia de un tratamiento adecuado y oportuno.
Biden permanece en Wilmington, Delaware, mientras continúa con el proceso de evaluación médica. La noticia también reactiva el debate público sobre la salud del expresidente, quien es el mandatario de mayor edad en la historia del país.
Durante su mandato, se generaron cuestionamientos sobre su estado físico y cognitivo, particularmente después de su desempeño en el debate presidencial de junio de 2023, evento que precipitó su decisión de retirarse de la contienda electoral en 2024.
En febrero de 2024, Biden fue sometido a un chequeo médico en el Centro Militar Nacional Walter Reed, donde su equipo médico certificó que no existían “nuevas preocupaciones” y que estaba “apto para el servicio”.
Desde entonces, el expresidente ha mantenido un perfil discreto, aunque ha retomado actividades públicas, incluyendo una reciente participación en el programa “The View”, donde rechazó categóricamente las insinuaciones sobre un supuesto deterioro cognitivo.
El diagnóstico ha provocado reacciones tanto en el ámbito político como social. El expresidente Donald Trump, quien ha cuestionado públicamente la salud de Biden en múltiples ocasiones, expresó públicamente sus mejores deseos para una pronta recuperación.
Asimismo, la exvicepresidenta Kamala Harris, quien asumió la conducción de la campaña demócrata tras la salida de Biden, manifestó su apoyo y confianza en la fortaleza del expresidente para enfrentar el tratamiento con resiliencia.
Desde el punto de vista médico, el avance del cáncer a los huesos representa una condición grave y crónica, aunque los avances en terapias hormonales y oncológicas han mejorado significativamente las expectativas de vida y calidad para pacientes en estados similares.
Los tratamientos para esta etapa incluyen opciones personalizadas como terapia hormonal, radioterapia y quimioterapia, que buscan controlar la progresión y mitigar los síntomas sin afectar excesivamente la calidad de vida.
El cáncer tiene una dimensión personal para Biden, dado que su hijo Beau Biden falleció en 2015 debido a un cáncer cerebral. Este episodio motivó la creación de la iniciativa federal “Cancer Moonshot”, cuyo objetivo es reducir la mortalidad por cáncer en Estados Unidos y mejorar el apoyo a pacientes y familias.
En agosto pasado, Biden reafirmó su compromiso con este programa: “Movilizaremos al país para reducir a la mitad las muertes por cáncer en 20 o 25 años. Confío en nuestra capacidad para lograrlo; es un reto que va más allá de lo personal, hacia lo posible.”
El seguimiento del estado de salud del expresidente será clave tanto en el plano médico como político, dada su relevancia pública y el impacto que puede tener en el panorama político nacional.
Fuente: CNN